El diafragma torácico abdominal es uno de los músculos más potentes e importantes del cuerpo humano. Sin embargo, pocos conjuntos musculares son tan difíciles de comprender y entender.
Se trata de un músculo que se encuentra en la encrucijada de todas las grandes funciones, ya que, entre otras cosas, relaciona y da movimiento a todas las vísceras tanto torácicas como abdominales, a las que soporta, sostiene y ayuda en su funcionamiento.
Su nombre proviene de la palabra «dia», que significa literalmente «a través de» y «fragma», que hace referencia a su forma de «tabique». Este «tabique muscular» alargado transversalmente no puede estar sellado por completo, pues interrumpiría el paso de estructuras de la parte superior del cuerpo a la parte inferior y viceversa, por lo que está perforado por tres grandes orificios o hiatos: uno para la vena Cava Inferior, encargada del retorno venoso de la sangre rica en dióxido de carbono desde la región inferior del cuerpo; otro para el Ésofago, porción del aparato digestivo encargado de trasladar el alimento hasta el estómago; y un tercero, el más posterior, para la arteria Aorta, que transporta la sangre oxigenada hacia la parte inferior del cuerpo. Además, encontramos otros orificios secundarios para el paso de otras tantas diversas estructuras.
El músculo diafragma es conocido de sobra por su labor como el pilar fundamental de la inspiración, realizando miles de contracciones diarias para permitirnos realizar esta función vital para nuestro organismo. Sin embargo, ¿qué ocurre con esas estructuras que lo atraviesan mientras el diafragma asciende y desciende diariamente a lo largo de la vida de un individuo?. Pues ocurre que también se ven beneficiadas por el movimiento de éste. El diafragma no solo participa en la respiración como motor del aparato respiratorio, sino que ayuda en gran medida el retorno venoso, convirtiéndose en una verdadera «bomba venosa» que facilita la labor del aparato cardiocirculatorio, así como repercute en el paso del alimento hacia su trayecto final en el aparato digestivo. No debemos describir al diafragma por tanto como estructura anatómica muscular aislada, si no ponerlo en su contexto como pilar fundamental de tres ejes para el organismo: el Eje Respiratorio, el Eje Circulatorio y el Eje Digestivo.
Nos quedaríamos sin espacio y tiempo suficiente para describir al detalle todo lo que muy por encima acabamos de escribir sobre este fantástico músculo, y ésto no nos da si no una ligera idea de su gran importancia para el cuerpo humano. Por lo tanto, simplemente concluiremos nuestro camino con una frase A. Taylor Still, maestro fundador de la Osteopatía, sobre él:
«Por mí vives y por mí mueres. Tengo en mis manos el poder de la vida y de la muerte. Familiarízate ahora conmigo y vivirás con facilidad.».